Cobertura legal en el seguro de viaje

Mucha gente desdeña la cobertura legal de su seguro de viaje: le dan gran importancia a la cobertura médica, a la cobertura contra pérdida de equipaje, a la referida a la sobreventa de vuelos u hoteles, pero poca o ninguna importancia a la cobertura legal. Esto es entendible. Nadie piensa que va a estar en problemas con la ley durante sus vacaciones. El razonamiento no es muy diferente al relacionado a la salud, ya que nadie cree que sea muy probable que tenga un accidente durante sus vacaciones. Sin embargo, al parecer, la cobertura médica sí es atractiva porque se cree que, al igual que la que cubre extravío o robo de equipaje o sobreventa de tickets o habitaciones, no es algo que el turista pueda controlar. En resumen, la idea de mucha gente es que hay que tener cobertura para gastos médicos porque nosotros no podemos evitar tener un accidente que requiera la atención de un doctor: en esencia, un accidente es algo que no puede prevenirse.

Por el contrario, el viajero cree que los problemas  con la ley sólo suceden si él no se comporta bien, que él puede decidir tener o no tener problemas con la ley. Esto no es así, de ninguna manera. En primer lugar, aunque el razonamiento fuera correcto, la enorme mayoría de los viajeros no conocen la ley de los destinos que visitan (y cuando más “raro” es su destino, menor es siquiera la intuición de qué es legal y qué no lo es). Por lo tanto, el “comportarse bien” es algo de lo que no se tiene la menor idea cómo hacerlo.

En segundo término, los turistas, por su condición de tales, pueden ser involucrados en hechos delictivos sin siquiera darse cuenta hasta que es muy tarde. Y, en tercer lugar, hay ciertos países que son, al mismo tiempo, controlados por dictaduras y destinos turísticos muy concurridos. En una dictadura no hay tal cosa como “la ley”, la ley es lo que la policía o las fuerzas armadas digan que es en el momento y situación que quieran.

Así, viajar sin una cobertura legal es un riesgo que nadie debería darse el lujo de correr. No sólo porque pagar un abogado (y quizá un traductor) de nuestro bolsillo puede ser prohibitivo, sino porque necesitamos asistencia inmediata para evitar que el problema escale: no hay tiempo de ponernos a buscar un abogado cuando ya estamos en problemas.