La enfermedad viaja con nosotros

Vamos a admitirlo: el título del artículo no nos propone imaginar unas vacaciones espléndidas, es más bien bastante oscuro. Sucede que quisimos pegar duro primero para ir suavizando el asunto, ya que, realmente no es tan grave.

Es ridículo pensar que los turistas no están enfermos: un altísimo porcentaje de las personas que viajan cortas o largas distancias tiene problemas de salud. Algunos de estos problemas son leves, otros moderados, otros graves y muchos otros de diversa seriedad y absolutamente ignorados por el turista.

Sea el caso tanto que nosotros sepamos que nosotros mismos o alguien que viaja junto con nosotros tiene alguna enfermedad crónica o que no lo sepamos, la contratación de un seguro que tenga cobertura médica a secas no es recomendable. Una adecuada cobertura médica de un seguro de viaje es aquella que contempla gastos médicos derivados de enfermedades preexistentes. Es cierto que no es frecuente acudir al médico durante las vacaciones y que, si se acude a un centro médico, suele ser por lesiones menores haciendo deporte o excursiones o por accidentes muy graves. No obstante, si nos ponemos a pensar por un segundo, el motivo por el cual más necesitamos un médico durante nuestras vacaciones es por los riesgos que implica no aquello que haremos durante el viaje sino lo que traemos en nosotros desde casa.

Es difícil escribir un artículo sobre vacaciones e introducir el tema de la salud, de las enfermedades que tenemos, etc. Pero no se trata de ser alarmista o querer opacar la alegría de unas vacaciones. Se trata simplemente de ser realista, previsor y de tratar de disfrutar al máximo nuestras vacaciones. Pensémoslo juntos con un ejemplo simple. Una persona tiene problemas cardíacos hace años. Se va de vacaciones a otro continente con un seguro de viaje que no tiene cobertura sobre enfermedades preexistentes y, por el otro lado, otro turista con la misma patología viaja con un seguro que sí cubre problemas de salud crónicos. Para hacer de nuestro ejemplo un caso habitual y no uno extremo, raro y muy oscuro, a nuestros dos sujetos no les sucederá nada.

Simplemente que durante un día de caminata ambos sienten dolor en el pecho (de nuevo, no les está pasando nada, es un dolor ocasional que no reviste ninguna gravedad). Sin embargo, ellos no saben qué les está sucediendo, obviamente piensan un su problema cardíaco. Entonces, tienen que evaluar si ir al hospital o no. En el hospital deberán hacerles una serie de estudios, consultas clínicas, etc. para terminar diciéndole al paciente que sólo ha sido un susto, que su corazón está bien. La diferencia es que quien no tiene cobertura para enfermedades preexistentes saldrá del hospital con una deuda de miles y miles de dólares mientras que el otro se irá contento de regreso a su hotel porque no tiene problemas de salud y no debe un solo centavo, ya que su seguro cubre todo lo que han tenido que hacerle en el centro médico.

La pregunta es: ¿cuál de los dos sujetos podrá seguir disfrutando de sus vacaciones y a cuál se le habrán arruinado las vacaciones y sepultado la alegría del viaje en una montaña de deudas muy difíciles de saldar? Entonces, admitimos que hablar de cuestiones de salud en relación a las vacaciones puede ser chocante, pero también es fundamental para aumentar la calidad de las mismas y asegurarnos que nuestro viaje sea memorable por buenos motivos.